Manor Solomon: "Sentí que escapaba del infierno”

 



Con apenas 22 años, Manor Solomon es uno de los futbolistas más destacados de la selección de Israel y el de mayor proyección internacional: desde 2019 juega en el Shakhtar Donetsk, uno de los dos equipos más importantes de Ucrania, participante de las últimas cinco ediciones de la UEFA Champions League.

Pero la guerra entre Rusia y Ucrania postergó hasta nuevo aviso los sueños futbolísticos de Solomon, quien este domingo logró aterrizar en Israel para resguardar su seguridad. Quebrado, asustado, temblando de frío y sintiéndose solo entre miles de personas que también buscaban huir de la pesadilla, logró cruzar hacia Polonia y desde allí regresar a casa con ayuda de la cancillería israelí. En exclusiva para Ynet, el futbolista contó su experiencia: las explosiones, las alarmas, los tanques en las carreteras y los momentos en que sintió que perdía las esperanzas.


“Fueron los dos días más difíciles de mi vida. Lo más duro fue la incertidumbre cuando llegué a la frontera con Polonia, sentí miedo de no poder cruzar y no tenía a dónde ir. Pensé que iba a tener que dormir ahí, con una temperatura bajo cero y sin comida. Me sentí indefenso hasta que emisarios israelíes me rescataron”, resumió Solomon, con voz cansada y emocionada, la historia del escape de Kiev.



-¿Cómo empezó la odisea?
-Hasta el miércoles pasado transcurrió todo normal, jugamos un partido de entrenamiento contra un equipo juvenil, nos estábamos preparando para el partido del sábado. Los extranjeros del equipo estábamos algo asustados. Nos dijeron que era posible que los rusos entraran en Donetsk y Lugansk, pero que tan pronto como entraran a los distritos separatistas nos llevarían rápidamente a Kiev. Lo que no pensamos es que los rusos iban a tratar de entrar a Kiev.



-Todo cambió el jueves por la mañana.
-A las cinco de la mañana me desperté en mi departamento y escuché explosiones relativamente cercanas. Esperé unos minutos, las explosiones continuaron y comencé a enviar mensajes a la dirección del equipo y a mis amigos en Kiev. Todos se habían despertado con el ruido. Igual no pensé que los rusos fueran a venir hasta Kiev con fuerzas terrestres, imaginé que todo se iba a calmar.



-¿Qué te dijeron desde la dirigencia del Shakhtar Donetsk?
-Nos pidieron que nos tranquilicemos, que estaban tratando de hacer todo lo posible para resolver la situación y salir de Kiev. Esa mañana empecé a ver desde mi departamento cómo muchos huían hacia el oeste y se formaban muchos atascos de tráfico.



-¿Por qué decidiste quedarte en un edificio en Kiev?
-Podría haberme ido esa mañana, pero decidí esperar instrucciones del club. Cuando las sirenas comenzaron a sonar en la ciudad y las explosiones continuaron ya me sorprendí un poco más. En Israel uno sabe qué hacer y puede estar tranquilo que nadie ocupará tu país, pero en Ucrania no hay refugios o sistema Cúpula de Hierro. Igual no entré en pánico, entendí que los rusos no apuntaban a objetivos civiles, pero comencé a temer por una ocupación de Kiev y un impacto, aunque sea accidental, en edificios como en el que yo estaba. Preferí quedarme en casa, cerca de mi auto, pensando en irme con algunos otros israelíes. Cuando me di cuenta de que la promesa de tomar un tren a Leópolis el viernes era poco realista, pedí irme por mi cuenta y me dijeron que haga lo que quiera. .

-¿Cómo te organizaste para irte?
-Sentí que huía del infierno. A las 4.30 decidí irme de Kiev lo antes posible hacia la frontera con Polonia. A las 6 de la tarde un amigo consiguió un chofer y me pidió sumar al viaje a tres amigos ucranianos que querían escapar hacia el oeste. Trajeron bidones de combustible para el viaje, ya que en algunas gasolineras no había combustible. Me llevé la mayor cantidad de comida posible porque era difícil hacer compras, estaba lleno de gente viajando hacia el oeste. En muchas partes del viaje anduvimos por el carril contrario, con automóviles de frente a nosotros. Sentimos miedo, pero no había otra opción porque si íbamos por el carril normal no nos movíamos debido al tráfico.

-¿Qué se siente cruzar un país en guerra en un automóvil particular?
-En el camino vimos tanques ucranianos. Íbamos sin saber bien qué estaba pasando en ese momento. Viajamos en medio de la incertidumbre durante 17 horas, en rutas muy oscuras. A 20 kilómetros de la frontera nos encontramos con un atasco de tráfico de locos y estaba claro que nos llevaría unas cuatro horas superar el embotellamiento, así que nos desviamos a través de pueblos pequeños y en menos de dos horas llegamos al cruce fronterizo. Ahí empezó la peor parte de la pesadilla.



-¿Por qué?
-El chofer me dejó en la frontera y regresó a Leópolis. Empecé a hacer una fila y calculé que en dos horas iba a terminar todo. Pero la fila era monstruosa y en un momento dejó de avanzar. Estaba solo, parado con dos maletas, en un lugar helado. Funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores se comunicaron conmigo y me informaron que me iban a enviar un vehículo de rescate, pero había casos de niños con necesidades humanitarias y estaba claro que se iban a ir ellos primero. Me puse dos camperas y suéteres, pero nada ayudó. Me convencí de que me iba a quedar atrapado en Ucrania durante unos días más.

-¿En algún momento perdiste la compostura?
-En un momento salí de la fila y sentí que ya no podía más. Cuando la ayuda israelí se retrasó, no sabía qué hacer conmigo mismo. En media hora avancé apenas cuatro metros. Por suerte encontré a varios israelíes y tratamos de ayudarnos entre todos, con ellos recuperé un poco la confianza.

-¿Qué pasó por tu cabeza?
-Que estaba atrapado, que no podía cruzar a Polonia ni regresar a Leópolis. Hasta que un chofer del Ministerio de Relaciones Exteriores me llamó, me dijo que estaba con un vehículo para rescatarme, y que estaba tratando de encontrarme. Recogí una maleta para escapar de la fila y tardé 15 minutos en moverme. Me insultaron, me golpearon, pero en lo único que pensaba era en cruzar la frontera. La otra maleta al principio la perdí, hasta que alguien en un momento me la alcanzó. Me quedé sin señal telefónica y me atacó el miedo de no poder subirme al vehículo de rescate, hasta que el enviado del ministerio me reconoció y pude subir al automóvil.



-¿Cuándo cruzaste la frontera sentiste alivio?
-Fuimos a un lugar al que llegaban todos los refugiados de la zona. Nos dieron agua y comida, y ahí me pude relajar un poco. Mis representantes estaban en Varsovia y mandaron a un conocido a que me buscara. Salí a Varsovia a la 1 de la mañana y llegué a las 6 de la madrugada. Llegué físicamente destrozado, después de 48 horas sin dormir, tras un viaje en el que estuve solo y bajo un frío helado. En el camino a Varsovia pensé en mis amigos que se quedaron en Ucrania y recé para que estuvieran bien. Tengo miedo por los que quedaron atrás, especialmente conocidos israelíes y mis compañeros del club.

-¿Qué piensas del conflicto?
-Es una situación delirante. Ucrania es mi lugar de trabajo, mi segundo país en los últimos años. Por suerte tengo a Israel y a mi familia para darme seguridad, pero para los ucranianos se trata de su hogar. Es un país de gente increíble, incluso en esta terrible situación no sienten miedo. Quieren mucho a su país, y yo a ellos.


Fuente: YNet en español.

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