Israel se prepara para los Juegos Paralímpicos: "Siempre hay que soñar en grande"
Ambas se destacan en juegos de pelota y son estrellas y pioneras en sus disciplinas. Una de ellas puso al fútbol femenino en el mapa de Israel. La otra forma parte de la selección israelí de golbol, un deporte para personas ciegas o con discapacidad visual.
"Pasé por momentos difíciles para hacer realidad mis sueños. Se podría decir que lo hice contra todo pronóstico", comparte Silvi apenas comenzada la charla. “En mi época no había fútbol femenino en Israel, así que fui la primera en traer el deporte al país”, afirma.
—¿Cuáles fueron las reacciones en casa ante las decisiones que tomaron?
—En mi casa no me apoyaron para nada. Mis padres se opusieron a que yo fuera jugadora de fútbol. Pero mi pasión por ser una atleta, y estar entre los mejores del mundo, me llevó a armar las maletas, tomar un avión y jugar en el fútbol grande de Noruega. A partir de allí se me abrieron todas las puertas.
Los comienzos de Roni estuvieron signados, naturalmente, por sus limitaciones visuales. "Llegué al golbol porque tenía problemas de visión", cuenta. "Empecé a jugar a los diez años, cuando estaba en cuarto grado. Raz, que hoy es mi entrenadora en la selección, vino a presentar el juego en el Centro para Ciegos de Be'er Sheva. Participé de varias clases y fuimos formando un buen equipo. En 2015 ya jugamos en el Mundial de Seúl y ganamos el pase a los Juegos Olímpicos de Río 2016”, repasa.
Roni explica que “el golbol es el único deporte diseñado para personas ciegas o con visión limitada. Hay tres jugadores por equipo, todos con los ojos vendados y la pelota se escucha por los cascabeles que lleva en su interior. El oído es muy importante y existen ciertas tácticas que se aprenden con el tiempo”.
—En mi casa no me apoyaron para nada. Mis padres se opusieron a que yo fuera jugadora de fútbol. Pero mi pasión por ser una atleta, y estar entre los mejores del mundo, me llevó a armar las maletas, tomar un avión y jugar en el fútbol grande de Noruega. A partir de allí se me abrieron todas las puertas.
Los comienzos de Roni estuvieron signados, naturalmente, por sus limitaciones visuales. "Llegué al golbol porque tenía problemas de visión", cuenta. "Empecé a jugar a los diez años, cuando estaba en cuarto grado. Raz, que hoy es mi entrenadora en la selección, vino a presentar el juego en el Centro para Ciegos de Be'er Sheva. Participé de varias clases y fuimos formando un buen equipo. En 2015 ya jugamos en el Mundial de Seúl y ganamos el pase a los Juegos Olímpicos de Río 2016”, repasa.
Roni explica que “el golbol es el único deporte diseñado para personas ciegas o con visión limitada. Hay tres jugadores por equipo, todos con los ojos vendados y la pelota se escucha por los cascabeles que lleva en su interior. El oído es muy importante y existen ciertas tácticas que se aprenden con el tiempo”.
—¿Cuáles son sus logros más memorables?
—Silvi: tuve muchos momentos importantes en mi carrera. Pero el que no olvidaré fue cuando convertí mi gol número 1.000. Cuando llegué a eso me emocioné mucho porque era algo con lo que siempre había soñado. Sentí algo muy poderoso en haber soñado siempre con los mil goles y de pronto haberlo logrado.
—Roni: cualquier atleta que quiera alcanzar la meta debe tener la confianza de Silvi en que algún día va a llegar su gol número mil. En 2019 fuimos subcampeonas de Europa y casi derrotamos al equipo campeón olímpico. Me encantaría que Israel le diera reconocimiento a este deporte.
Uno de los temas siempre presentes para estos deportes es el modo de financiar los entrenamientos, viajes, torneos, indumentaria y demás costos que implica la disciplina y que en muchos casos representa la diferencia entre una gran carrera y una carrera que se frustra apenas comenzar.
"El aspecto económico es muy triste, especialmente en el deporte femenino, porque no está profesionalizado”, sostiene Silvi. “Más allá del fútbol o el basquetbol masculinos, es muy difícil vivir del deporte. Si hablamos de atletas del nivel de Linoy Ashram o Sagi Muki, hoy pueden vivir gracias a los premios y a la publicidad. Muchas chicas que juegan al fútbol tienen que trabajar mientras compiten. Y eso tiene un costo, por supuesto: el deporte en Israel resulta menos profesional".
Roni tuvo suerte en ese aspecto: fue elegida por la compañía de alimentos “Telma” para representar a la marca en los Juegos Paralímpicos y su historia puede verse por estos días en la caja de cereales de la empresa. “Como parte de la campaña recibí una beca económica importante que me ayuda tanto para pagar mis estudios en nutrición como para financiar el equipamiento deportivo y los tratamientos. Más allá de eso, es una campaña muy innovadora. La gente se encuentra con mi cara en el supermercado y eso le da visibilidad al deporte paralímpico”, reflexiona.
—Silvi: tuve muchos momentos importantes en mi carrera. Pero el que no olvidaré fue cuando convertí mi gol número 1.000. Cuando llegué a eso me emocioné mucho porque era algo con lo que siempre había soñado. Sentí algo muy poderoso en haber soñado siempre con los mil goles y de pronto haberlo logrado.
—Roni: cualquier atleta que quiera alcanzar la meta debe tener la confianza de Silvi en que algún día va a llegar su gol número mil. En 2019 fuimos subcampeonas de Europa y casi derrotamos al equipo campeón olímpico. Me encantaría que Israel le diera reconocimiento a este deporte.
Uno de los temas siempre presentes para estos deportes es el modo de financiar los entrenamientos, viajes, torneos, indumentaria y demás costos que implica la disciplina y que en muchos casos representa la diferencia entre una gran carrera y una carrera que se frustra apenas comenzar.
"El aspecto económico es muy triste, especialmente en el deporte femenino, porque no está profesionalizado”, sostiene Silvi. “Más allá del fútbol o el basquetbol masculinos, es muy difícil vivir del deporte. Si hablamos de atletas del nivel de Linoy Ashram o Sagi Muki, hoy pueden vivir gracias a los premios y a la publicidad. Muchas chicas que juegan al fútbol tienen que trabajar mientras compiten. Y eso tiene un costo, por supuesto: el deporte en Israel resulta menos profesional".
Roni tuvo suerte en ese aspecto: fue elegida por la compañía de alimentos “Telma” para representar a la marca en los Juegos Paralímpicos y su historia puede verse por estos días en la caja de cereales de la empresa. “Como parte de la campaña recibí una beca económica importante que me ayuda tanto para pagar mis estudios en nutrición como para financiar el equipamiento deportivo y los tratamientos. Más allá de eso, es una campaña muy innovadora. La gente se encuentra con mi cara en el supermercado y eso le da visibilidad al deporte paralímpico”, reflexiona.
—Finalmente, ¿qué es lo que las motiva en el deporte y en la vida en general?
—Silvi: Creo que en todo lo que hacemos en la vida no debemos rendirnos. Siempre hay que soñar en grande, ese ha sido mi lema desde el principio.
—Roni: Lo que me motiva es el deseo de tener éxito. A las personas con discapacidad se les hace creer que no pueden hacer muchas cosas, pero tanto yo como muchos otros atletas paralímpicos damos fe de que es posible. Sabía de antemano que iba a romper cualquier techo de cristal que se interpusiera en mi camino y lo hago a diario.
Fuente: YNet en español
—Silvi: Creo que en todo lo que hacemos en la vida no debemos rendirnos. Siempre hay que soñar en grande, ese ha sido mi lema desde el principio.
—Roni: Lo que me motiva es el deseo de tener éxito. A las personas con discapacidad se les hace creer que no pueden hacer muchas cosas, pero tanto yo como muchos otros atletas paralímpicos damos fe de que es posible. Sabía de antemano que iba a romper cualquier techo de cristal que se interpusiera en mi camino y lo hago a diario.
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Escrito por Administrador
el dia 10:52.
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